Tenemos metido en la cabeza que el miedo hay que superarlo, vencerlo, pasar por encima de él, como si en una carrera de obstáculos tuviéramos que evitar trampas que están en el camino. Es agotador. Y cuando pienso en el miedo, pienso también en lo incómodos que son quienes los niegan diciendo que no tienen miedos y que prefiere no pensar en cosas negativas. Que tire la primera piedra el que no tiene miedo. De lo que sea. El miedo existe y está ahí. A veces más grande, a veces son solo pequeños sustos, pero está ahí.
Los miedos tenemos que traerlos aquí, a la palma de la mano, donde realmente pertenecen, para que podamos ver su tamaño real y lo que significan. Cuando vemos el miedo al lado de la inmensa cantidad de cosas que nos pasan en la vida, se va a ver insignificante y en ese momento no lo miraremos con angustia sino con compasión y hasta cariño, si, porque hay miedos que vistos en perspectiva nos hacen más grandes, nos muestran nuestras fortalezas y evidencian lo que somos.
Gracias querido miedo por mostrar mi valentía, por poner a prueba lo que he aprendido, por mostrarme que, aunque hay retos, me he preparado toda la vida para enfrentarlos. Nada más oportuno que un miedo en el lugar y momento correctos que nos hace enorgullecernos de haberlo superado, porque me pasa con frecuencia, no sé si a ustedes, que cuando superé ese miedo que me hizo temblar la voz y las piernas y regresé la mirada para verlo, él también me vio con orgullo, como un maestro mira a su alumno cuando avanza.
Cuando llegan nuevos retos a la vida, en este momento me está pasando a mí, veo un mundo inmenso de oportunidades y de circunstancias a las que francamente no sé cómo me voy a enfrentar, pero como por arte de magia también aparece la ilusión de dar un paso adelante hacia ese proyecto, aterrizarlo, organizarlo y empezar a planear cómo lo voy a gestionar. Ahí está el miedo conmigo, poniéndome alerta para que las ideas aparezcan y para que la adrenalina me motive a avanzar. Hoy no sé qué está al otro lado de esta nueva aventura, y no sé si el miedo crezca o se aminore en la medida en la que avanzo por el camino, lo que sí sé es que quiero mantenerlo cerca, como dije en un comienzo, en la palma de mi mano, nunca más grande que yo para que no oscurezca el camino, pero si de un tamaño visible que me recuerde que este reto que se avecina es importante, tal vez el reto profesional más grande de mi vida hasta el momento.
Bienvenido nuevo reto, bienvenido mi miedo favorito, bienvenido UM Latinoamérica.
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