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Este 23 de abril, como todos los años, celebramos el día del idioma español. La escogencia de esta fecha la propuso el escritor valenciano Vicente Clavel Andrés en el año 1926 para celebrar nuestra lengua y la literatura, esta última crisol de la creatividad del ser humano a través de la palabra escrita. Sin embargo, fue en el mes de octubre de 1946 cuando se aceptó esta idea.

La aceptación permitió la expansión de la propuesta que gradualmente se impuso, aceptándose en todos los países de habla hispana. Es de resaltar que para esta fecha también se celebra el día del libro, cuyo propósito es destacar la creación de esta herramienta del pensamiento y los saberes humanos como una de las que más ha contribuido al crecimiento de las culturas y  las civilizaciones a través de las palabras impresas.

El Día del Idioma castellano se institucionalizó en Colombia mediante el decreto ejecutivo “708 del 23 de abril de 1938, durante la administración del Presidente Alfonso López Pumarejo, siendo Ministro de Educación Nacional José Joaquín Castro Martínez”. Hecho que marca un hito para la historia de unos de los países que ha forjado culturalmente su buen nombre con los aportes de grandes escritores, gramáticos y poetas de reconocimiento internacional. Tal es el caso de nuestro fallecido premio Nobel Gabriel García Márquez, considerado como uno de los más destacados escritores de habla hispana.

Cabe destacar que la internacionalización y la creación de las Academias Nacionales del Idioma Castellano en los países de habla hispánica permitieron darle la preponderancia a ésta como también su valía lingüística. Hoy, más de 460 millones, aproximadamente, de personas hablan este idioma castellano, haciendo de él uno de los más importantes en el mundo. Lo anterior es consecuencia del uso de ricas variantes lingüísticas que lo alimentan  y fortalecen con estos valiosos aportes. Hay que resaltar que el crecimiento de una lengua viva y dinámica como la castellana es producto de su flexibilidad léxica, fonética, sintáctica, semántica y morfológica que soporta estoicamente la pluralidad de voces de América latina.

De lo anterior se desprende de aquel universal lingüístico que expresa que en esencia  toda lengua o idioma tiende a transformarse acorde a las necesidades de comunicación e información de los “ genios del idioma ”, sus hablantes. En el caso del castellano se puede decir que es un órgano vivo como cualquier otro, que no permanece estático e inalterable, pues si no es así, se anquilosa y muere. Entonces, el idioma se adapta a las necesidades de sus hablantes. Él no está exento de este proceso dialéctico de las transformaciones, sino todo lo contrario se acomoda a las exigencias del momento histórico.

Es destacable no olvidar que en esa evolución se han presentado modificaciones sustanciales que transformaron o convertieron una idioma en otro idioma, como sucedió con el latín en los siglos anteriores al XIII. Proceso de transformación que, después de recibir los influjos de varias lenguas, propició lo que conocemos hoy como  idiomas románticos o romances: español o castellano, francés, portugués, italiano, entre otros.

En el campo específico del castellano o español, los cambios lingüísticos, como se afirmó anteriormente, que se presentan en su estructura son: lexicales, fonológicos, morfológicos y sintácticos.
El primero de ellos se da por tres fenómenos: la adición, la pérdida y el cambio. “La adición supone la incorporación de nuevas palabras al léxico de una lengua, la pérdida es la desaparición de palabras de una lengua y el cambio se define como una variación en el significado de las palabras de una lengua.” En castellano tenemos muchos referidos a éste, tales como la incorporación de nuevas palabras como fútbol, referí, formatear, entre muchas otras.

El segundo, en su proceso evolutivo, también genera cambios en su pronunciación o en algunos de los sonidos que la componen. Asimismo, el cambio morfológico juega papel importante en esta evolución de la lengua, puesto que la adición o supresión de algunos fonemas crea modificaciones en la estructura de las palabras de tal forma que surgen palabras por Prótesis, epéntesis, paragoge, aféresis, síncopa o apócope.

Por último, los cambios sintácticos o en las oraciones, son consecuencia de la avance del idioma. Nuestro idioma es prolijo en estos. Creo que el espacio no permitirá una extensión con ejemplos, pero si es bueno decir que se “ha pasado de una sistema de declinaciones a un sistema preposicional para indicar la función que un determinado elemento cumple dentro de la oración. De este modo en la actualidad se utiliza una preposición para indicar el complemento indirecto y no la forma acusativa, como se hacía en latín”.

De todo lo anterior se desprende que como hablantes de este idioma, no obstante nuestros antepasados amerindios haber sido invisibilizados a través de un proceso de subyugación y expoliación de muchos años, debemos cantar y celebrar nuestra lengua, porque también nosotros hemos aportado a su engrandecimiento y fortalecimiento.

 

 

Docente de Castellano del Distrito de Cartagena de Indias en la Institución Educativa Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y de Comunicación Oral y Escrita de la Fundación Universitaria Tecnológico Comfenalco.

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