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Al día de hoy, 8 de junio, se cumplen 28 días del paro liderado por FECODE que tiene paralizada a la educación pública en Colombia, con más de 250.000 docentes en las calles, y 8 millones de niños y jóvenes sin clase. La situación, lejos de ver alguna resolución en el horizonte, parece estar firmemente atrincherada en el barro del conflicto y la polarización. ¿Qué está causando esta situación? ¿Cómo se puede resolver?

En la anterior publicación de este espacio, se había dado una mirada a los puntos de más difícil negociación del pliego de peticiones docente al comienzo del paro, relacionados con la nivelación salarial, el estatuto docente, y la selección del nuevo operador del régimen de salud del magisterio. A estos puntos, se le ha sumado el relacionado con el pago de las primas de servicio extralegales, el cual, debido a conceptos promulgados por la rama judicial, ha quedado en un limbo legal que no ha podido ser resuelto en su totalidad. Las peticiones de FECODE también se centran en el aumento del porcentaje dedicado a estos pagos dentro del sistema general de participaciones (SGP), sistema del cual salen los montos para el pago de la nómina docente y que, en ocasiones, es complementado por las entidades territoriales.

Por parte del gobierno, la respuesta ha sido que dicho aumento solo se puede dar dentro de lo que es fiscalmente responsable con el presupuesto de la nación, con la limitación adicional que, estando a poco más de un año de la posesión de un nuevo presidente, no es posible comprometer recursos de la siguiente administración. En lo referente a la nivelación salarial, es importante tener en cuenta que esta es dependiente de la definición del aumento salarial para los servidores públicos, el cual solo fue definido hasta hace dos días, en una cifra que está alrededor del 6%. Tomando en cuenta que la nivelación implica un 2% adicional, los docentes pueden esperar un aumento salarial en el vecindario del 8%, lo cual, en principio, satisface ese punto del pliego de peticiones y se encuentra dentro de los compromisos hechos por el gobierno nacional durante el paro de 2015; su aparente incumplimiento obedece a la demora en el establecimiento del aumento para los servidores públicos.

Por otro lado, en lo que tiene que ver con las bonificaciones, las sucesivas propuestas del gobierno no han sido aceptadas por FECODE, quienes a su vez, han tomado decisiones que, cuando menos, invitan a un cuestionamiento serio. El sindicato tiene que explicarle a la opinión pública, y especialmente a sus afiliados, por qué rechazó una oferta que comprendía una bonificación que beneficiaba a los docentes del decreto 1278 que empiezan a ser mayoría en su base, manteniéndose en una bonificación que solo beneficia a la cada vez más reducida población de docentes de grado 14 del decreto 2277, los cuales ya están alcanzando su edad de retiro.

Quienes estamos monitoreando la situación nos hemos acostumbrado a ver, en los canales de comunicación de cada una de las partes, la misma historia al final del día. Mientras que el Ministerio de Educación, bien sea por parte de la ministra Giha o el Viceministro Jaramillo da un parte de los intentos de negociación del día, Carlos Rivas, presidente de FECODE sale a dar arengas dejando a los afiliados del sindicato que marchen por las calles del país sin saber exactamente que está pasando con sus peticiones. De hecho, Rivas y el sindicato se han dedicado a una ofensiva mediática y propagandística la cual plantea serias dudas sobre las intenciones del sindicato de resolver su pliego de peticiones, al mismo tiempo que se oponen a los intentos de destrabar las negociaciones con la negativa a un mediador; pareciera más bien, que, aprovechando las filiaciones políticas de su junta directiva, FECODE busca hacerle un ajuste de cuentas a la administración Santos, la cual, claramente ha cometido errores que contribuyeron a la masa crítica que estalló en este paro. Haber contado solamente con las rentas del petróleo para la financiación de la educación, aún en un momento en el que los precios del combustible estaban en caída libre fue una decisión irresponsable, que se ha visto empeorada por las declaraciones del presidente Santos que sugieren que, parafraseándolo, no hay más plata para la educación, en un país que dice tenerla como una de sus banderas.

Como lo sugiere Óscar Sánchez en su columna más reciente, el paro está cerca a su finalización. Yo añadiría que si bien está cerca a su finalización, está lejos de su resolución. La actitud camorrera y revanchista de FECODE ha terminado por desviar la atención de los problemas que agobian a los docentes de Colombia, dejando listo todo para otro paro dentro de unos años que aumentará la polarización y la división.

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