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Es como si estuviera leyendo una novela de misterio, o de acción. No puedo despegarme de las secciones políticas de los diarios, portales digitales y de las radios nacionales.

Independientemente de mis opiniones personales sobre proyectos, propuestas y de mi ideología tengo que decir que lo que está sucediendo en el congreso es especial. Se había anticipado, pero como buena periodista, la duda no dejaba de acompañarme.

Estudié Ciencia Política por que desde muy joven me interesó el tema. En mi casa se respiraba, se comía y se vestía política. Las conversaciones, las invitaciones, las vacaciones. Todo giraba en torno a la política, a la historia y a la cultura. Crecí con la idea de que no saber o estar enterado de estas cosas, era casi que no existir.  No en vano terminé ejerciendo y viviendo de la política y la comunicación.

Sin embargo, como a muchos,  me pasó que el acontecer nacional, el abuso de poder, la corrupción, la violencia, la trivialización de la información, los egos aumentados de la prensa, esa poca profundidad con la que se manejan los temas mas serios en el país, me hicieron perderle gusto a lo que siempre me llamó la atención. Algo de mi propia esencia estaba perdido.

Pero lo he ido recuperando. En los medios se reporta una nueva dinámica en el legislativo. Un cambio de sangre. Una juventud estudiosa dedicada, organizada, disciplinada, puntual. Hablan de  nuevos integrantes que llegan a los debates con argumentos serios, con cifras sustentadas en estudios, con conocimiento de lo que existe, lo que hace falta y lo que podemos aprender de otros para debatir con seriedad.

El cubrimiento mismo de las noticias es más dinámico. Se siente en la pluma de los reporteros un nuevo aire. Se nota la sorpresa de los que cubren estos temas. El ritmo de la escritura, el espacio dedicado, la longitud, el ánimo noticioso.

Me arriesgo a decir que esto no es novelería. No es primiparada. Creo que estamos viviendo un momento realmente importante y muchos lo han entendido.

Quiero creer que estamos devolviendo por fin el péndulo que estaba suspendido.

Lo he conversado con mi padre. Por años ha criticado la situación política del país y con desesperanza y tristeza hablaba de los sucesos nacionales. Nuestras últimas conversaciones han sido muy distintas. Me ha dicho por ejemplo que por años recordaba con nostalgia los grandes debates en el congreso.

Con el nuevo legislativo, me dicho, tiene la esperanza de volver a oir argumentos profundos y grandes discursos que defiendan las ideas y que le devuelvan a la política su brillo y su valor real.

Viniendo de una persona como mi padre, curtido en la arena política nacional, y quien hizo parte de una importante generación de políticos que marcaron la historia del país, no me queda mas que confiar en lo que hoy siento y veo a través de la prensa.

En horabuena. Esperemos que se mantenga el nivel y que nuestros representantes, nuestros nuevos empleados no pierdan el norte. Que no se dejen llevar por las mieles engañosas del poder que transforma personalidades y destinos.

Que sea realmente una lucha por dignficar la profesión, que entre otras define nuestro futuro.

Parafraseando a  Winston Churchill –  Que nuestros legisladores por fin quieran ser útiles, y no solo importantes.

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