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Cuando uno aprende a sentir y está preso en el pasado es un reto muy grande ignorar lo que grita el corazón.

La actriz Lina Tejeiro le revolvió el alma a más de uno. Se sinceró con ella misma y con la gente en un Instagram Live el 27 de mayo, por la noche.

Al principio se le notó la intención de contener el nudo en la garganta que no la dejaba decir las frases completas sobre el fin de su relación anterior. Y no pudo. Se soltó. Y quebró. Cada palabra y cada lágrima que Lina derramó era una puñalada en el pecho para los que siguen presos en los recuerdos del amor. O el desamor, mejor.

Hay tusas que simplemente no pasan, se congelan y hacen mucho ruido por más que se intente aceptar que ya no va más o que no funciona. Y esas tusas son las que más duelen porque son como una aguja que traspasa la tranquilidad cuando más se quiere —o se necesita— respirar.

En esos días difíciles se siente más y se infla todo. La soledad, la tristeza, la decepción. Todo. Todo se mezcla, crece y se consumen las ganas. Es un tedio insoportable y evidente. Es un dolor.

Pero así es la vida, un sinfín de adioses, un intentar no aferrarse a lo que se tiene —o a quienes tenemos—, aunque parezca imposible.

Es aprender. Aprender a estar solos para tratar de entender muchas cosas. Y seguir.

JUAN ALCARAZ
@Juan_AlcarazS

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