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Ocurrió en Medellín. Había oscurecido más temprano. Llovía. El tráfico desesperaba. Era una ciudad sin calma. Y sobre el pavimiento mojado apareció Mario: taxista, viudo, pelo blanco, cara curtida por el sol. En el camino, mientras él conducía, hablamos de muchas cosas.

Me contó que su esposa Luz Elena murió hace seis meses por una migraña y el estrés. Una migraña y el estrés a la vez mataron el amor de Mario. Que su hijo Juan Pablo estudió en la misma universidad donde yo me gradué en 2015. Me contó que siempre se negó a que estudiara periodismo por “los peligros” a los que se exponía. Que Juan Pablo no terminó los diez semestres, prefirió irse a España a buscar algo mejor. Me contó que el sueño de su hijo de ser reportero se marchitó.

Me miraba por el espejo del taxi y en sus ojos se leía la historia de un hombre al que lo acompaña la soledad. Lo abandonaron, claro. Mario está incompleto, le hacen falta Luz Elena y Juan Pablo.

Dos días después.

Era de noche. Harold fue el conductor de Uber que me recogió. Las luces de las calles se reflejaban en sus gafas y los primeros cinco minutos fueron silencio. El hielo se rompió cuando empezamos a conversar de lo caótica que está Medellín.

Harold ya hablaba mucho. Y se soltó y habló de todo: fue periodista en varios medios importantes del país durante 25 años, cubrió judiciales y su pasión fue y sigue siendo la crónica roja.

Cuando le conté que también soy periodista, aspiró bocanadas de aire y de nostalgia. Y cómo no, si está desempleado. Su única alternativa es transportar gente que no conoce. Dijo que por viejo no lo reciben en ningún medio. Harold se siente derrotado y perdido en el tiempo.

A estas historias las une el desapego, la tristeza revuelta y el respirar a duras penas. Los dos no callaron su intimidad, me la contaron.

La vida es un viaje, sí. Es una aventura por un camino largo o corto, de día o de noche. Es una carretera compleja, espinosa e incomprensible donde son escasos los oídos atentos para escuchar a esos solitarios que hacen lo que pueden, y pasan por el mundo, y luego se van.

JUAN ALCARAZ
@Juan_AlcarazS

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