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*Fragmento del libro Manual de anatomia para lideres

Una persona puede vivir varios días sin agua y varias semanas sin alimento, pero solamente unos pocos minutos sin oxígeno. En general, se estima que una persona normal puede estar un máximo de 2 a 3 minutos sin respirar, y pasado este tiempo, la acumulación de CO2 desencadena espasmos en el diafragma y puede generar consecuencias muy negativas para la respiración y el organismo.

Este hecho es el perfecto marco para embarcarnos en un nuevo trayecto, ahora a través de los pulmones. Le aclaro que el camino elegido será por el pulmón derecho ¿no es lo mismo uno u otro? Pues en funciones sí, pero su fisiología y tamaño difieren un poco: el izquierdo es un poco más pequeño para darle espacio al corazón. Ubíquese en el mejor lugar disponible en nuestro CADEX para iniciar el camino por la vía del bronquio primario, vamos a sobrevolarlo, claro, porque nos sería muy difícil viajar desde adentro, aún con la última tecnología de nuestro vehículo, pues si da un vistazo se dará cuenta que se ramifica en conductos más y más pequeños llamados bronquiolos, los cuales ni siquiera se tome la molestia de contarlos porque hay cerca de 30.000 en cada pulmón y fíjese como al final de cada uno de ellos hay una pequeña bolsa llamada alvéolo.

En esa red intrincada de canales se produce gran parte de la magia de la vida, la respiración. Solo como dato curioso, le cuento que podemos respirar hasta seis litros de aire por minuto cuando estamos en reposo y si hacemos ejercicio, ese volumen puede llegar a ser de 75 litros por minuto. Mientras me voy deteniendo para que conversemos, no deje de observar la textura de este órgano, la membrana que lo cubre y cómo nos encontramos protegidos por las costillas. ¿Notó, incluso en nuestros viajes anteriores, como los órganos se protegen unos a otros? ¿No le recuerda algo sobre el liderazgo o sobre los equipos? Lo dejo para su reflexión.

Y por aquí detengo el camino un momento, quiero conversar sobre una lección que bien podría tomar de este lugar en el que nos encontramos. Todos nos hemos enfrentado en algún momento a la necesidad de ajustarnos a un cambio. La vida modifica las reglas sin previo aviso, como si nos mantuviera en un proceso de entrenamiento permanente que nos invita a desarrollar nuevos recursos personales y reconectar con los que ya tenemos. Sin ir más lejos, este libro comencé a escribirlo en medio de la cuarentena mundial por el Covid-19, cuando de un día para otro nos fueron quitadas libertades como la movilidad, por un bien mayor: la vida misma. Y, en esa coyuntura todos, sin excepción, nos vimos presionados a enfrentarnos a ese cambio de reglas que nadie en la faz de la tierra se esperaba.

¿Cuál es entonces la principal emoción que aparece en medio de cualquier cambio? ¿incertidumbre? ¿miedo? ¿ansiedad? O tal vez una mezcla de todas.

A las pocas semanas de iniciar esa coyuntura y buscando material para una entrada de mi Blog en el diario El Tiempo “Liderazgo Arriba”, escribí en el buscador de Google “miedos en cuarentena”. Di “Enter” y la búsqueda arrojó cerca de 5.330.000 de resultados. Fui más allá y ojeé las primeras diez páginas (o sea alrededor de 100 resultados), claramente no las abrí todas o estaría aún en ese proceso, pero puedo decir que encontré artículos que hablaban desde miedos que llevan a temer por la vida, la pérdida de trabajo, el contagio personal o de un familiar, hasta miedo a ¡engordar!, claro por la inactividad que trajo consigo el teletrabajo, para quienes tuvimos la fortuna de mantenernos laboralmente activos.  

Pero, más allá de esto, lo que ratifiqué es que no hace falta googlear para darse cuenta que si hay algo que está reinando en la humanidad son las incomprendidas emociones del miedo y la incertidumbre. Y son incomprendidas porque generalmente se rechazan. Imagíneselas como esa persona con quién tiene una relación amor-odio. La aprecian porque es buena gente, pero ante la más mínima posibilidad de una conversación de más de 10 minutos seguidos salen huyendo porque “no para de hablar de sí misma” o “todo es negro y sombrío” o “siempre hay una conspiración permanente en su contra”.

Entonces, ¿qué pasa cuando el líder no aprende a relacionarse con estas emociones? Las rechaza, las evita y bien es sabido que lo que se resiste, persiste. El cambio, es el puente entre la confusión y la claridad y al transitarlo inevitablemente nos debemos relacionar con la incertidumbre y el miedo. Por eso nos detuvimos en los pulmones. Piense en ellos nuevamente y no pierda de vista que, para avanzar de manera firme y decidida, necesita respirar adecuadamente y cuando no hay gestión adecuada de la incertidumbre es como que “falta el aire”. Y aquí lo que el líder debe preguntarse es ¿cuáles son los riesgos reales que aparecen?  Hay ocasiones en donde en realidad es muy difícil mapearlos con exactitud y entonces aparece la importancia de contemplar la mayor cantidad de escenarios probables, no con el fin de “hiperventilar”, es decir analizar desde el pesimismo, sino para llevar aire de posibilidad cargado de recursos “si esto llegara a ocurrir, qué tengo a mi disposición para enfrentar esa opción”.

Pero también existe un escenario en donde la decisión se debe tomar en medio de información insuficiente o contradictoria, sin el respaldo de todos los datos que permitan avanzar con mayor seguridad, se llama “incertidumbre por ambigüedad”. El tomador de decisión se ve frente a dos situaciones muchas veces antagónicas, pero sin datos decisivos, hay desconfianza. Aquí el camino para una buena “respiración” que oxigene y permita abordar el proceso de toma de decisión con más claridad, es ponderar la fiabilidad de las fuentes de información o experiencia, ¿en cuál encajan más los hechos? ¿cuál da un mayor atisbo de coherencia?     

Un líder que no se toma el tiempo de conectarse con su posibilidad de “respirar mejor” frente a situaciones que le generan incertidumbre, es muy probable que provoque una “parálisis por análisis”, porque solo respira y respira más de lo mismo.

*Tomado del capítulo «Pulmones» 


Manual de Anatomía para lideres

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