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La situación fronteriza en los Estados Unidos

El único punto de coincidencia hoy en día entre los demócratas y los republicanos en los Estados Unidos, es que su frontera con México está vuelta un desastre. Es un aspecto decisivo para las próximas elecciones presidenciales

Al respecto, informó la cadena ABC que, a raíz de la votación por estos días en el estado de Iowa, el 37% de los votantes habilitados consideraba a la situación económica como el factor más preocupante -lo cual a la hora del té no concuerda con los parámetros reales- junto con la situación migratoria, con 34%. Entre los seguidores de Trump, esas cifras fueron 39% y 42% respectivamente. Resultados muy similares se dieron durante la votación en New Hampshire.

Con respecto a la afirmación del expresidente en el sentido que los inmigrantes ilegales envenenan la sangre del país, el 47% del total de votantes estuvo de acuerdo, cifra que aumentó a 81% al considerar solamente a los republicanos.

A propósito del problema migratorio, y según declaraciones recientes en la cadena MSNBC por el señor Brendan Boyle -el representante demócrata de Pensilvania de mayor rango en su partido dentro del Comité de Presupuesto de la Cámara- la situación migratoria en los Estados Unidos es un problema que se viene debatiendo desde 1840.

En épocas recientes, recuerda que veinte años atrás los senadores John McCain (republicano) y Ted Kennedy (demócrata), de la mano del presidente George W Busch, lograron un acuerdo, que no fue aprobado. Y que en la administración Obama se produjo un proyecto de ley que pasó en el senado por amplio margen, pero que fue devuelto en la cámara sin ni siquiera haber sido votado.

Bien lo dijo el señor John A. Boehner, líder republicano de la cámara en ese entonces, después de su retiro: “los legisladores del ala derecha de mi partido no querían un arreglo. Fui abofeteado por mis colegas.”

La diferencia ahora es que el problema se creció demasiado. Y que el daño colateral está allá lejos, en Ucrania, donde el señor Putin debe estar relamiéndose con el porcentaje del territorio con que se puede quedar.

El problema para Ucrania -y de paso para Israel- es que la ayuda a esos países venía siendo condicionada a la adopción integral de un proyecto migratorio, presentado en mayo de 2023 por los representantes republicanos conocido como H.R.2, sin haber obtenido un solo voto a favor por el partido contrario. Revive políticas implementadas bajo la administración anterior, tales como la terminación del muro, y muy fuertes restricciones en cuanto a la solicitud de asilo.

Por estos días, y de la mano de los líderes del Senado -McConnell por los republicanos, y Schumer por los demócratas- tres de sus miembros (un republicano, un demócrata, y una independiente,) están muy cerca de lograr un acuerdo encaminado a aceptar muchos de los puntos de ese proyecto. Según declaración reciente del señor McConnell -quien de tiempo atrás venía apoyando esa ayuda- este acuerdo representa “la oportunidad única en esta generación.”

Cabe recordar que, comenzando su administración, el señor Biden estuvo de acuerdo en iniciar negociaciones para la reforma del sistema de asilo, “siempre y cuando se asignen mayores recursos para una efectiva protección de la frontera, sin abusos, y sin comprometer valores elementales en el tratamiento de los inmigrantes.” Pero en la práctica, los resultados no se le dieron. Para quienes quieran profundizar en el tema, vale la pena leer la nota “How the Border Crisis Shattered Biden’s Immigration Hopes,” publicada en el NYT este 30 de enero.

Muy diferente es la situación en la Cámara, actualmente con mayoría republicana. Lo controla el movimiento MAGA de la extrema derecha de ese partido, donde han confluido teorías como Pizzagate, QAnon, el supuesto falso positivo en la matanza en un colegio, el paseo dominguero de enero 6 y…. la “gran mentira,” relacionada con el robo de la pasada elección. Su posición con respecto a la ayuda a Ucrania: cero pesos.

De acuerdo con sus colegas demócratas, es tal la inoperancia del actual partido republicano, que lo único que ha logrado por estos tiempos es buscar cómo iniciar un juicio político contra el presidente, rebuscar pruebas -sin haberlo logrado- que lo involucren con algunas polémicas actuaciones de su hijo. Han propuesto reducirle el presupuesto al FBI, al IRS, al departamento de justicia, a la fiscalía. Y ahora están en el plan de enjuiciar al secretario de seguridad nacional.

Salvo los integrantes de esa ala derecha, por lo general estaban de acuerdo en apoyar a Ucrania. Pero su nuevo líder -partiendo de la legislación del 2023- de carácter siempre cambiante, ya había sugerido el recorte de la ayuda a Ucrania, aún antes de ser elegido. Lo hizo efectivo con la Ley del Presupuesto de finales del año pasado, la cual autoriza al Estado a percibir y gastar los recursos necesarios para la ejecución de las políticas públicas y la operación de la administración.

En octubre, y después de largas refriegas, los republicanos encaramaron en la presidencia de la cámara al poco experimentado Mike Johnson, pero de la cuerda del expresidente Trump. De acuerdo con una nota de Marci A Hamilton en “The Guardian” en noviembre 4 del año pasado, cuando en Fox News le pidieron exponer su política pública, respondió “Busque la biblia en su biblioteca, y léala. Encuentra ahí mi visión sobre el mundo.” Escribe igualmente que ya, en el 2016, se había pronunciado al respecto: “Sabe usted, no vivimos en una democracia, vivimos en una república bíblica.”

“Este nombramiento” escribe la autora -experta en temas religiosos pero convencida de la separación de poderes- “marcó la mayor victoria a la fecha de la derecha religiosa en el Congreso, en su lucha por convertir el gobierno en una teocracia.»

Las esperanzas de Ucrania se vieron nubladas ante la declaración -ampliamente divulgada- un poco antes de las elecciones primarias, por el representante republicano Troy Nehls, de Texas: “No estoy dispuesto a hacer *** nada para ayudar a los demócratas, ni para ayudar a los deprimentes índices de favorabilidad de Biden. No lo voy a hacer. ¿Por qué debería hacerlo?”

El candidato Trump -quien durante su presidencia logró reducir la inmigración legal, pero no así la ilegal- alentado por el resultado en las votaciones, y por el creciente número de los congresistas republicanos adhiriéndose a su candidatura, no tardó en convertir la situación fronteriza en un elemento clave de su campaña política. En su cuenta de “Truth Social” escribió “Un acuerdo fronterizo en este momento sería otro regalo a los demócratas de la extrema izquierda. Ellos lo necesitan políticamente, pero no les importa nuestra frontera. En lo que están trabajando ahora en el Senado, no significa nada en términos de seguridad fronteriza. Si quiere tener una frontera realmente segura, su SOLA ESPERANZA es votar por TRUMP2024”

Al señor McConnell solo le quedaba aceptar que “la dinámica de la política de inmigración ha cambiado.”

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