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A estas alturas del juego, es bien sabida la importancia de establecer la fuente de las noticias que pululan en las redes sociales. Y más aún ahora cuando, gracias a la inteligencia artificial, se ha vuelto muy fácil editar palabras -o incluso hechos- ajenos a la realidad.

Con respecto al encabezamiento de esta nota, se lee en Wikipedia que “The Hill” es un periódico que opera en Washington desde 1994. Su enfoque es principalmente político y de relaciones internacionales, para lo cual se declara como “no partisano.” Su medio principal es “TheHill.com,” de amplia circulación entre los miembros del Congreso. Su nombre hace referencia a “Capitol Hill,” en una clara alusión a ese Congreso.

En el 2019 y en el 2020 ocupó el segundo puesto a nivel nacional en cuanto a seguidores en el tema político, detrás de CNN. En el canal de YouTube contaba con un poco más de un millón de suscriptores, con un promedio de diez millones de visitantes por semana.

Siempre de acuerdo con Wikipedia, alguna vez uno de sus directivos trabajó de la mano con el abogado Giuliani, promoviendo teorías conspiratorias relacionadas con el presidente Biden y Ucrania. Eventualmente ese directivo se retiró de la empresa.

Informan igualmente que alguna vez algunos de sus directivos fueron señalados por interferir editorialmente a favor de Trump, por criticar al doctor Fauci, y alguna vez por publicar un reporte que describía a Israel como un estado «apartheid.»

En medio del torrente de información por estos días relacionada con el título de esta entrada, el pasado noviembre 28 el señor Gabriel Diamond -quien figura como estudiante de último año en ciencias políticas de la Universidad de Yale, e investigador asistente del instituto Yorktown- publicó en ese portal una nota en la cual sostiene que dineros de origen terrorista han financiado algunas universidades en los Estados Unidos. “Durante las últimas siete semanas,” escribe, “actividad antiamericana, anti-Israel, y antisemita, ha consumido la educación superior.”

“Las administraciones de algunas Universidades, con sus arcas repletas de dinero extranjero y de recursos públicos, continúan dando rienda suelta a los simpatizantes de Hamas,” afirma en la nota.

De acuerdo con el columnista, a partir de los hechos ocurridos el 11 de septiembre, Catar comenzó a bombear dinero a las universidades norteamericanas, enviando cerca de $4.700 millones de dólares en el transcurso de 20 años. Y sostiene que seis de las grandes universidades norteamericanas establecieron sedes en ese país.

‘Estudiantes y profesores libremente intimidan, acosan, y expresan simpatía hacia los terroristas,’ anota. ‘De continuar esta situación, los flujos de recursos habrán de continuar.”

Dentro de sus propuestas, aparece que las universidades deben sacar a la luz los flujos de dinero provenientes de autócratas antiamericanos, y que los contribuyentes de impuestos soliciten la devolución de su dinero. Y advierte que, de seguir permitiendo tanta tolerancia por parte del profesorado y los alumnos, el flujo de dinero por parte de Catar y de China seguirá creciendo, de la mano de fondos estatales.

“Los estudiantes judíos,” advierte, “que antes luchaban por ser admitidos, ahora huyen de ellas.”

La discusión está abierta.

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