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Los precios de diversos productos se siguen disparando. La comida está más costosa, los vehículos nuevos y usados están por las nubes y la tecnología también sigue subiendo, ¿qué está sucediendo?

Ante de empezar quiero mencionar un caso particular. Hace 3 años cambié de vehículo; en ese momento destiné $43 millones. Hoy, si decidiera venderlo, su precio en el mercado oscila entre los $43 y $46 millones. Increíblemente no se depreció y ni qué decir de los nuevos. Han subido un 30% con respecto a los precios de hace 3 años. Pero curiosamente todo se está vendiendo como pan cliente.

La crisis del transporte marítimo en el mundo está generando una presión inflacionaria en todos los productos. La falta de contenedores y el excesivo costo del acero para producirlos pareciera no vislumbrar un favorable panorama.

Esto genera una carga adicional a nuestro país, que en medio de un plan de reactivación económica, podría truncar los avances logrados y, de nuevo, afectar el consumo, la generación de empleo y la competitividad.

Ojalá y esta realidad sirva de lección para el futuro. Fortalecer los lazos comerciales, proyectar inventarios más largos para evitar el desabastecimiento, relocalizar la producción haciendo con tecnología más competitivo nuestro país deberá ser la salida para que estos impactos sean menores en los ciudadanos, especialmente los desfavorecidos, que terminan comprando mucho menos con el mismo dinero.

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