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Finalmente acabó la campaña presidencial y en hora buena, ya que el país entero estaba hastiado de evidenciar la podredumbre ética desde todas las campañas políticas. Once millones votaron por Petro, diez millones votamos bien sea por Rodolfo o en contra de Petro, sin embargo, a estos más de veintiún millones de colombianos nos unió un solo sentimiento legítimo: un cambio. Gustavo Petro es el nuevo Presidente de Colombia, hay que aceptarlo por todos, incluyéndonos a sus contradictores y, por amor a nuestra tierra, debemos también desearle que le vaya bien porque si esto sucede, entonces a todos nos irá bien.

Esta primera semana pos-elecciones no fue fácil ya que la tristeza y el desconcierto abundó para aquella mitad del país que ve en Petro un peligro o una incertidumbre desde los riesgos de vulneración a la Democracia, al libre mercado y empresa, a las libertades individuales y a la propiedad privada, mientras que la otra mitad celebró con júbilo su victoria ya que en él pusieron sus esperanzas de buscar un nuevo futuro para aquellos más vulnerados, violentados, empobrecidos, para los jóvenes y comunidades que no han gozado de las mismas oportunidades de aquellos pertenecientes a la otra mitad más próspera de Colombia.

Desde los votantes, mas no desde los politiqueros manipuladores, ambas visiones son legítimas y justas, tendríamos que iniciar por escucharnos entre nosotros, con mentalidad abierta libre de extremismos, y comprender desde cada vertiente a esa otra mitad del país que habló, para entender de una buena vez que entre la mayoría de los colombianos de a pie prima el deseo del bien común y que ambas visiones pueden trabajar juntas en búsqueda de tan preciado anhelo, sin destruirse entre ellas. Esto requiere madurez personal y humanidad desde el corazón de cada uno de nosotros.

Es por esto que, aunque soy contradictor de muchas de las ideas (principalmente económicas) y de los medios sucios utilizados en campaña por el nuevo Presidente electo, hoy decido como ciudadano darle el beneficio de la duda y abrazar la apertura mental necesaria al menos para oír sus palabras y observar sus acciones sin precondenarlo durante estos primeros seis meses de gobierno en el cual podremos dilucidar como serán estos cuatro años, e invito a cualquier contradictor a tratar de hacer este ejercicio, por más duro que lo sientan, ya que hoy más que nunca el país necesita el diálogo, la comprensión y el entendimiento. Por supuesto esta apertura tendrá que ser racional y objetiva, argumentada, libre de virulencias sentimentales e ideológicas extremistas obsoletas, para estar a la altura de apoyar todo aquello que sea bueno y de rechazar con contundencia todo aquello que sea malo. Esto sería verdaderamente una democracia que ingresa en una nueva etapa de madurez.

Ahora bien, ya la campaña y sus ilusiones sentimentales manipulables por los politiqueros acabó, y es fundamental que todos, especialmente los votantes de izquierda, aterricemos a la realidad, porque gobernar es muy distinto a hacer oposición o campañas, y también porque al ver las personas que rodean al nuevo Presidente y la coalición que se ha formado con casi todos los partidos tradicionales, se hace evidente que continuaremos en manos de los mismos politiqueros que han saqueado y empobrecido por años nuestro país, simplemente que ahora cambiaron de bando para delinquir desde la izquierda. Este sigue siendo el cáncer que carcome nuestra tierra, mantendrá la ineficiencia y lentitud del Estado y hará complejo materializar los cambios que propone Petro. Debemos tenerlo absolutamente claro y desinflar muchas de las ilusiones que hayan creado para fidelizar votantes y así ellos poder ganar y mantener su poder.

También se cayeron los velos de algunas mentiras estúpidas que nos vendieron, como aquella que decía que en Colombia no existía la Democracia y que estábamos en una Dictadura Fascista. Petro ganó legítimamente, nadie le hizo fraude, todos sus opositores aceptaron su victoria respetuosamente y nadie salió a las calles a destruir y violentar por estar en contra de él. Por supuesto hay injusticias en nuestro país, y sigue existiendo vulneración de los Derechos Humanos y de la Vida, que es sagrada, especialmente en aquella Colombia profunda que hemos tenido históricamente olvidada, sin embargo, hay que educarnos y conocer la historia de los antiguos regímenes fascistas y totalitarios como el de los Nazis, español Franquista, italiano Mussoliniano, chileno Pinochetista, y los contemporáneos como la Venezuela Madurista, la Nicaragua de Ortega o Cuba y China, para saber de verdad qué es una Dictadura y soltar las estupideces que nos meten en la cabeza con la publicidad y la manipulación política, también desde la Izquierda.

Por otro lado, los cambios reales toman mucho tiempo en materializarse. La muestra más simple la puedes hacer al observarte a ti mismo en tu vida personal. ¿Cuánto tiempo llevas intentando cambiar algún aspecto sencillo de tu vida hacia su mejor versión, como dejar vicios o vicisitudes humanas? Todos los cambios requieren consciencia, amor por sí mismo y paciencia, pueden durar años dependiendo de cada persona y su proceso personal, y muchas veces incluso no se dan y las personas acaban su vida siendo la misma versión de siempre, por ende, si esto es difícil para un solo ser humano, lo es muchísimo más para una sociedad, que simplemente es una reunión de muchos seres humanos interrelacionándose. Ni los cambios anticorrupción que proponía Rodolfo iban a ser inmediatos, tampoco los cambios que propone Petro se van a ver en el corto plazo. La palabra Cambio es una de las más engañosas hacia la mente y el sentimiento por el lenguaje humano, por eso todos los politiqueros en todos los países y sus campañas venden el cambio, pero ellos como personas viven y mueren siendo los mismos corruptos de siempre sin cambiar; duele más la verdad desnuda que la mentira disfrazada de verdad, ¿no?

Por último, solo me queda celebrar de antemano únicamente lo bueno que se pueda lograr con este nuevo gobierno que inicia. Hay que reconocer que muchas de las ideas propuestas son positivas: empoderar a la mujer es la base para la prosperidad del futuro de nuestra sociedad, y ojalá se haga realmente porque si algo es cierto, es que la violencia que observamos la ha liderado el ego masculino. Necesitamos una verdadera Justicia Ambiental, en donde se castigue severamente a quién destruya nuestra Madre Tierra y donde nos reeduquemos alrededor de un nuevo Capitalismo consciente y protector de ella. Hay que lograr una mayor Justicia Social, devolviendo la tierra despojada a las millones de víctimas y comunidades desplazadas que ha dejado el Conflicto Armado colombiano, respetando la propiedad de aquellos que honestamente la han obtenido sin hacerle daño a nadie. Y lo más importante, debemos seguir construyendo nuestro país soportado en el emprendimiento y la empresa privada, única fuente real de trabajo y de generación de riqueza y prosperidad social, sin asfixiarlos tributariamente. Es muy bonito pensar que la solución es exprimir a los ricos, cuando evidentemente sus capitales saldrían del país muy fácil, lo que también se traduciría en pérdidas de empleos e ingresos tributarios de la Nación para financiar programas sociales, por ende, esta es otra ilusión de las vertientes más obsoletas de izquierda. La mejor fórmula siempre es tributos equilibrados, baja o nula corrupción (que no va a haber), disminución de gasto ineficiente (que va a aumentar) y que la inversión y el desarrollo social se evidencie para que los contribuyentes paguemos contentos.

Si el nuevo Presidente se modera de manera pragmática, como parece ser con algunas de sus señales en esta primera semana pos-elección, y entiende que la nueva Colombia que sueña se puede lograr a largo plazo con las herramientas positivas de ambas visiones ideológicas, nos puede estar dando una sorpresa a todos. De lo contrario, será un desastre y en cuatro años volveremos a la Derecha extremista corrupta y obsoleta de siempre. Por ahora, mantendré el beneficio de la duda racional y responsable sobre este nuevo ciclo gubernamental que apenas inicia en Colombia, y pondré mi grano de arena para pensar, hablar y actuar de manera más positiva y transparente frente al resto de hermanos y hermanas colombianas en el día a día, y así tratar primero de ser internamente el cambio que tanto deseamos ver en el exterior social. Todo lo demás y las expectativas hacia los politiqueros de siempre, son pajazos e ilusiones mentales, también desde la izquierda.

Adenda: Es fundamental que los votantes de Petro comprendan su responsabilidad histórica. Así como exigieron cambios legítimos, incluso con violencia injustificable como la vista en los paros ilegales que esperamos nunca más suceda, así de fuerte debe ser su veeduría ante el nuevo gobierno que eligieron. Ya iniciaron poniéndoles conejo con politiqueros corruptos de los partidos tradicionales que siempre han empobrecido a la mitad de Colombia. Demuestren altura con lo que pide nuestro país y no cometan el mismo error histórico de la Derecha, la indiferencia frente a los politiqueros que eligen por tener tranquilidad y comodidad personal.

 

Instagram: @frankiequetzal

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