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Estamos inmersos en una nueva revolución que los expertos denominan «digital». Desde mi perspectiva, esta revolución se centra en la comunicación, pues aunque se observa cómo la información se canaliza predominantemente a través de dispositivos tecnológicos como celulares, tabletas, computadoras, relojes inteligentes, asistentes virtuales y diversas soluciones emergentes en el mercado, desempeñando un papel crucial al mantener informada a la sociedad minuto a minuto sobre lo que sucede; lo esencial para reflexionar hoy es la cantidad y calidad del contenido transmitido a través de ellos. Sigo con mi enfoque de promover el derecho fundamental de la sociedad a comprender y conocer la realidad que la rodea.

En la actualidad contamos con la Inteligencia Artificial (I.A.), que si bien usa dispositivos o máquinas, se trata de una evolución que se involucra directamente en los mensajes, investigaciones y literatura científica que resulta de los algoritmos (reglas lógicas) entregados para su aprendizaje automático (Machine Learning). Aquí inician mis reflexiones, las cuales están alineadas con mi artículo sobre el Objetivo de Desarrollo Sostenible 18 (ODS 18)… ¿Qué tipo de control y ética aplicamos en la gestión de la información generada por la I.A.?, ¿Cómo se entrelazan la I.A., la comunicación y la sostenibilidad?.

Es evidente que los profesionales en el campo de la comunicación debemos asumir una responsabilidad crucial para evitar alteraciones radicales en los fundamentos de la convivencia civil. Somos la base para la difusión RESPONSABLE de la información… pero, frente a la novedad de la inteligencia artificial, ¿lo estamos haciendo?. La República en su editorial de julio de 2023 señala que: «La verdad, precisión, credibilidad y experiencia superarán la inmediatez, que se convertirá simplemente en un bien común, dado que todos tendrán acceso a todo en tiempo real».

En este contexto, me parece importante considerar también el reciente mensaje que el Papa Francisco compartió en el marco de la memoria de San Francisco de Sales (patrono de los periodistas), celebrada el 24 de enero, el cual apunta a la importancia de trabajar en favor de las comunicaciones humanas advirtiendo sobre el riesgo actual de vivir en una época caracterizada por la abundancia tecnológica pero carente de humanidad: «Estamos en una época en la que existe el peligro de ser ricos en tecnología y pobres en humanidad«. ¡Si humanizamos la comunicación, aportamos al derecho de entender con claridad, ética y responsabilidad!

El mensaje también resalta que “la revolución digital puede hacernos más libres, pero no ciertamente si nos dejamos atrapar por los fenómenos mediáticos hoy conocidos como cámara de eco. En tales casos, en lugar de aumentar el pluralismo de la información, corremos el riesgo de perdernos en un pantano desconocido, al servicio de los intereses del mercado o del poder. Es inaceptable que el uso de la inteligencia artificial conduzca a un pensamiento anónimo, a un ensamblaje de datos no certificados, a una negligencia colectiva de responsabilidad editorial. La representación de la realidad en macrodatos, por muy funcional que sea para la gestión de las máquinas, implica de hecho una pérdida sustancial de la verdad de las cosas, que dificulta la comunicación interpersonal y amenaza con dañar nuestra propia humanidad”…

Me identifico plenamente con este mensaje, ya que, desde mi perspectiva, la inteligencia artificial -la cual uso y me parece fascinante- es una herramienta capaz de contribuir de manera positiva al ámbito de la comunicación siempre que NO anule el papel fundamental del periodismo y de la comunicación empresarial. Por eso, como comunicólogos, en lugar de ser generalistas, debemos convertiremos en el pilar del entendimiento, compromiso e impulso hacia una sociedad más humana y sostenible.

La comunicación, la sostenibilidad y la inteligencia artificial se unen en el momento en que como profesionales “humanos”, seamos capaces de analizar tanto los beneficios como los posibles perjuicios del uso de la I.A. y de dirigir el comportamiento de estas máquinas, para evitar que los sesgos, inmediatez y brechas sociales sigan ensombreciendo el desarrollo.

Los invito a mirar positivamente esta unión y al mismo tiempo a reflexionar, como menciona el Pontífice, sobre si “la inteligencia artificial dará lugar a la creación de nuevas castas basadas en el control de la información, generando formas adicionales de explotación y desigualdad. O, por otro lado, si contribuirá a la igualdad, fomentando una información precisa y una mayor conciencia del cambio de época que estamos experimentando, favoreciendo la escucha de las diversas necesidades de las personas y los pueblos en un sistema de información articulado y pluralista”… Personalmente, me inclino hacia la segunda opción.

 

Imagen creada con IA.

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