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En una revisión diaria de las redes sociales, encontré una entrevista realizada al excomandante de las FARC-EP, Rodrigo Londoño, su apariencia actual engaña a primera vista a quien desconozca que por sus crímenes ha recibido más de una decena de condenas que suman la surrealista penitencia de unos 400 años de cárcel. El formato del programa al que fue invitado, está en cabeza de dos personajes que, ‘sin pena ni gloria’, ganaron notoriedad en la televisión colombiana hace más de dos décadas, logrando la simpatía de una generación por una supuesta irreverencia y crítica política y social, utilizando o ‘copiando’ la estructura de series animadas como ‘Beavis and Butt-Head’ que paradójicamente, hizo parte de un famoso canal musical norteamericano, ese país capitalista al que tanto aborrecen pero al que tanto disfrutan para vivir y vacacionar.

El programa no me generaba ninguna expectativa, ya que la dinámica tradicional de los presentadores, desde la llegada de Petro a la presidencia, cambió de una distintiva crítica al poder político tan acostumbrada en el gobierno de Duque, a convertirse en un aparato propagandístico que persigue incansablemente al fantasma del ‘uribismo’ y, de una manera descarada, omite cualquier comentario negativo al gobierno actual. Incluso, hace pocos días se conoció la noticia del supuesto decreto por el cual se nombró a la hermana del presentador como cónsul de Colombia en la ciudad de Miami.

Sin embargo, y a pesar de todos los argumentos en contra, decidí escuchar el testimonio del excomandante guerrillero, esperando examinar el legado de los acuerdos de paz de La Habana, y consolidar mi análisis sobre la deformación del relato histórico del conflicto armado colombiano en manos de instituciones como la Comisión de la Verdad y la Jurisdicción Especial de Paz. Por cierto, en la ciudad de Berlín, se llevó a cabo recientemente la conmemoración del primer aniversario de la entrega del informe final, a la que por supuesto, solo un pequeño circulo de activistas y representantes del gobierno estuvo presente, en un evidente diálogo unidireccional en donde no se quiere y, de manera despótica, se silencia y se cierra el espacio a la crítica. Para ellos, la verdad que se presentó en los informes manipulados ideológicamente por sectores académicos tradicionales de la izquierda colombiana, y con el beneplácito de una amplia ‘intelectualidad’ europea, es una verdad absoluta, incuestionable, irrefutable, en síntesis: un ejercicio político que produjo la impunidad de numerosos criminales y permitió durante más de 5 años, la consolidación del negocio de la paz, en la que ONG’s y un sector privilegiado de académicos en ambos lados del continente, han aprendido a ‘vivir sabroso’ con los dineros de los impuestos de quienes trabajamos día a día.

Los militares en las cárceles pagando condenas por los crímenes que cometieron, y los guerrilleros cobrando salarios y viviendo del Estado colombiano, sin recibir todavía ni la primera condena por secuestros, reclutamiento de niños, masacres, destrucción de pueblos, violaciones de niñas, y una larga lista de crímenes atroces que al parecer han sido ‘literalmente’ blanqueados por la paz, a todo esto se suma, el nefasto apoyo de un sector de personajes televisivos, comunicadores y académicos que adoctrinados desde su juventud en las múltiples doctrinas de la izquierda, conmemoran una paz, en un país que se desangra por la impunidad y la violencia de los grupos armados ilegales que llenaron de tanto dolor a los colombianos.

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